martes, 9 de abril de 2013

El Perito: Un verdadero Sherlock Holmes



Por las manos de un perito especializado en arte y antigüedades pasan todo tipo de obras y objetos, de los que en la mayoría de las ocasiones no tiene más datos que los que sus propios ojos le proporcionan. A partir de esta primera inspección visual empieza todo.
Sherlock era capaz de percibir los detalles más insignificantes, de hacer las más complicadas deducciones y sacar las más imprevistas conclusiones de los más nimios detalles. Pues bien, como él, el perito-experto debe hacer una labor de investigación exhaustiva y fijarse en todo aquello que le pueda llevar a encontrar una solución al problema que se le plantea.

A un perito se le encargan informes de carácter histórico-artístico,  la valoración económica y tasación de obras de arte y todo tipo de antigüedades, pero entre los diferentes casos a los que se debe enfrentar, el determinar si una obra es falsa o no, es uno de los más complicados y requeridos. Antes de que la ciencia comenzase a ser una ayuda, el descubrimiento de una falsificación siempre fue posible gracias a la atenta mirada de quienes realizaban el estudio, y aun tratándose de una pericia subjetiva basada en el bagaje cultural, la formación y la experiencia de quien la realizaba, aun hoy en día resulta indispensable para determinar la autenticidad de una obra de arte.


A la hora de establecer la autoría de un cuadro, por ejemplo, se realiza un examen compositivo, iconográfico, se analizan la pincelada y los colores, etc. Pero mucha gente no sabe lo importante que es observar con detenimiento el reverso para examinar la trama del lienzo, las anotaciones o el tipo y la disposición de los clavos que lo fijan a la estructura.  Se debe también comprobar si se corresponden los materiales con los utilizados por ese artista en particular.  La observación de la firma es otro factor que no debe olvidarse, porque si bien es cierto que aparentemente es lo más fácil de imitar, no es menos cierto que un experto es capaz de analizar y reconocer la configuración particular de una determinada grafía.

Aparte de la experiencia y los conocimientos del experto, que a veces no son suficientes para eliminar las dudas y recelos, al igual que hacía Sherlock, se recurre al laboratorio para analizar aquellas muestran o pruebas que le puedan ser de utilidad para resolver el misterio.
Afortunadamente, cada vez se avanza más en técnicas de carácter científico que permiten datar e identificar materiales o arrepentimientos, entre otras cosas. Estas pruebas de laboratorio pueden confirmar o desmentir las opiniones vertidas sobre una determinada obra, y se suelen utilizar en casos de especial importancia. Entre las técnicas utilizadas destacan las de carácter no destructivo como la Espectroscopía Raman, para el análisis de pigmentos o la reflectometría I.R., gracias a la que se pueden ver firmas o dibujos subyacentes. En el caso de las obras o antigüedades realizadas en madera se suele aplicar la dendrocronología para establecer su edad, al igual que lo hace la termoluminiscencia sobre todo en cerámicas y en determinadas esculturas de bronce. Estas son algunas de las muchas técnicas que existen y de las que nos podemos valer.

 Pero no debe olvidarse que los falsificadores están plenamente informados sobre la forma de trabajar del pintor a imitar, generalmente sus trabajos se centran en aquellos que tienen una gran demanda en el mercado. A veces reutilizan materiales de épocas pasadas con el fin de burlar a las pruebas científicas, y en estos y en otros casos es determinante la intervención de un experto en arte, que como sherlock, sea capaz de reunir las diferentes  pruebas e indicios encontrados, y encajar todas las piezas como si de un puzle se tratase, a fin de lograr desvelar el misterio.

lunes, 11 de marzo de 2013

A subasta por primera vez 'Niños en la playa' de Joaquín Sorolla



Sotheby's Londres sacará a subasta por primera vez el próximo 23 de mayo Niños en la playa(1916) de Joaquín Sorolla (1863-1923), una obra vendida en su día por Justo Bou –el influyente marchante valenciano de la época– a la gran coleccionista y admiradora de Sorolla María Bauzá de Rodríguez, y que Francisco Pons Sorolla, nieto y experto en la obra del artista, consideró como "obra maestra" y adquirió a finales de los años 50. Niños en la playa parte con una estimación de entre 1,8 y 2,5 millones de libras (2-2,8 millones de euros). Esta pieza, la más esperada de la sección de Pintura Española en la subasta de mayo en Londres, aparece en el mercado tras la venta el pasado noviembre de Pescadores valencianos por 3.737.250 libras esterlinas (4,6 millones de euros) también en Sotheby's Londres, que estableció un récord en subasta para el artista. Ir a la noticia completa.

jueves, 21 de febrero de 2013


        

           Mary tenía un corderito…



Queremos inaugurar nuestro blog haciendo un guiño a la imagen que nos identifica, el Gramófono; sin olvidar a su abuelo, el Fonoautógrafo, ni a su padre el Fonógrafo. Esta es la historia de la familia de las máquinas parlantes y de cómo lo imposible se volvió posible.
Algunos de los inventores más importantes de la historia se obsesionaron con la idea de poder registrar y reproducir el sonido. Tenía que haber alguna manera de poder hacerlo, y se hizo. Ciencia, tecnología y fantasía se confabularon en pro de este sueño que se tornó realidad.
La gente acudía a las exhibiciones públicas, y asombrada, solía ver debajo de las mesas donde se disponía este nuevo invento para comprobar que no había ningún impostor escondido hablando o cantando. No daban crédito. Se la conoció como la Máquina Parlante. 




Algunos la consideraban diabólica, otros se quedaban embelesados al escuchar los sonidos que salían de su cuerno metálico. Lo cierto es que hasta finales del XIX, el fonógrafo se convirtió en uno de los aparatos más codiciados y preferidos por las clases adineradas, que comenzaron a adquirirlo como símbolo de distinción. Esta nueva máquina ocupaba un sitio destacado dentro del mobiliario de sus viviendas. Supuso una auténtica revolución, ya que a partir de entonces las tertulias, las fiestas familiares, las sobremesas y en general cualquier tipo de celebración se vería acompañada de la música emanada de aquel fascinante aparato. 
Fue en 1877 cuando se produjo el  milagro, “Mary had a lamb”, fueron las primeras palabras que se reprodujeron. La voz era del propio Edison, que consciente de lo que había conseguido, no tardó en patentarlo. Este logro supuso, en aquel momento, la concreción de lo que otros hombres creyeron que se podía hacer, guardar el sonido para posteriormente ser reproducido. Una locura que muy pocos creían. Era como querer guardar el aire.

Corría el año 1857 cuando Édouard-Léon Scott de Martinville , sin saberlo, lo había  logrado ya. Había creado la primera grabadora de la historia, el fonoautógrafo. Un aparato que podía transcribir una vibración sonora a un medio visible, pero que no tenía un modo de ser reproducido, hasta que en 2008 un grupo de investigadores estadounidenses sorprendieron con la noticia. Los fonoautogramas podían ser reproducidos. Habían conseguido escuchar una grabación de 10 segundos de alguien interpretando la canción francesa “Au Clair de la Lune”, convirtiéndose así, en la primera grabación más antigua conocida.



Si quieres escucharlo, pincha aquí:


Con el paso del tiempo el fonógrafo fue evolucionando, pero resultaba demasiado caro para la gente de a pié.  Edison se había propuesto “un fonógrafo en cada casa” y aunque consiguió abaratar los costes sustancialmente gracias a la producción en serie, un inmigrante alemán, Emile Berliner, comenzó a hacerle sombra con su invento, el Gramófono. Este nuevo aparato se basaba en el Grafófono, gestado años antes en el taller de Bell y al que había contribuido el propio Berliner. Gracias a esto pudo desarrollar la máquina que le catapultaría a lo más alto. Su idea se basó en los discos giratorios, los discos planos.

 En un principio los discos de Berliner eran del mismo material que los cilindros de Edison pero más fáciles de fabricar en serie; de un disco original se podían hacer miles de copias. La aguja estaba inclinada y a diferencia de la púa de Edison producía un menos desgaste y una mayor calidad de sonido, y esto hizo que poco a poco el fonógrafo cayese en desuso. Edison no se lo podía creer y siguió empeñado en mejorar y comercializar su invento hasta que en 1912 abrió los ojos, tuvo que dejar de fabricarlo por falta de venta. Como no podía ser de otra manera, Edison comenzó a vender sus propios gramófonos. 
Sabemos que fue en 1887 cuando Berliner patentó su idea, que presentó oficialmente al año siguiente en el Instituto Franklin, reproduciendo un disco de dos minutos de duración grabado por una sola cara. A partir de ahí fueron muchas las mejoras y avances que se produjeron. Los discos negros estaban al alcance de casi todos los bolsillos. La gente podía comprar aquello que escuchaba por la radio. Gracias a esto, algunos artistas comenzaron a ser conocidos en todo el mundo, revolucionando así la industria discográfica. La música había llegado a todo los hogares. Este alemán afincado en Estados Unidos había conseguido con su gramófono, lo que Edison pretendió con el fonógrafo.


Curiosidades:

En un principio los sonidos emanados del fonógrafo sólo podían escucharse a través de una especie de manguitos que hacían las veces de auriculares, por eso aquellos que se exhibieron públicamente provocaron más de una infección de oídos, a causa de la falta de higiene. 



La imagen con la que se identificó mundialmente el invento de Berliner, y que convirtió a Nipper en el perro más famoso del momento, fue comprada al pintor Francis Barraud. “La voz de su dueño”, título con el que se conocía a la obra, en un principio no presentaba al perro ante un gramófono, sino que se encontraba ante el fonógrafo de Edison. Por lo tanto, Barraud tuvo que modificar su obra original.